Todo llega

El 9 de septiembre de 2030, Mía, licenciada en Filología Hispánica, lo recuerda como un día muy especial, ya que, después de 16 años de ilusión, trabajo, esfuerzo, cambios, incertidumbre... fue el primer día que entró en un instituto para impartir clases de Lengua castellana y literatura. Sin embargo, a pesar de que su deseo se había cumplido, hubiera deseado que hubiese sido un sueño, pues al entrar al instituto se encontró con que todo había cambiado.
            Fue todo un asombro para Mía que en ese instituto en vez de una biblioteca hubiese un panel de cristal que, con solo tocarlo con el dedo índice, te transportara a un ciberespacio donde poder consultar cualquier libro. También fue un asombro para ella que los profesores en vez de impartir las clases con libros de texto, como cuando ella era estudiante, impartieran clase a partir de una pantalla que aparecía en el aula al introducir un microchip en una ranura que había en la pared frontal del aula.
            Ante tanta tecnología, Mía se angustió y sintió rabia por no poder impartir sus clases como se hacía en su época de estudiante, combinando las nuevas tecnologías con los libros en papel. Pero  esa realidad quedaba muy lejos de la que ella se encontraba, ya que los estudiantes estaban ya inmersos en las nuevas tecnologías y no tenían conocimiento sobre el soporte en papel. Por esta razón y porque su deseo era dedicarse a la docencia, Mía se adaptó a esa nueva realidad educativa.


           





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